De Origen Desconocido


Un ruido chillón y molesto se coló por el oído frío, el cerebro lo descodifica y empieza a mandar miles de millones de mensajes en forma de descargas eléctricas a las neuronas de ahí a todo el cuerpo, que poco a poco empieza a reaccionar.

Tras varios segundos, un brazo, levanta con suma torpeza todo su peso intentando dar en el blanco sin suerte. El ruido chillón y molesto persiste en el espacio, en el aire. Pero un tiro afortunado acierta y el silencio es protagonista.

Una mesa llena de botellas y vasos con algún temprano reflejo, yacen inquietas tras una noche larga y amena. La luz cobra más intensidad, colándose por varias rendijas, dejadas deliberadamente y con propósito de avisar, corre como ningún animal, como ninguna máquina hecha por el hombre, llenando muy lentamente la habitación.

Un bostezo, unas toses, un pié se posa en el frío suelo matutino, ahí le acompaña otro. Solo unos pasos hacían falta para alcanzar la bata y otros tantos para salir de la habitación y llegar al comedor. Se para dirigiendo la vista hacia esa mesa repleta de pecado y de arrepentimiento. La luz entra en tromba, ocupando así la totalidad del comedor, haciendo resaltar un sobre, un sobre blanco y reluciente que se alza sobre todo objeto inerte, sucio y pegajoso.

El cerebro reacciona mandando una orden a la mano derecha y a la mano torpe. Pero algo no funciona, el colapso merodea como un buitre alrededor de su indefensa presa. La vista cae como ese telón de teatro cuando termina una obra acompañado de infinidad de estrellas. El colapso residente se esparce por la superficie de ese joven órgano creando múltiples shocks. Este personaje invisible hace que la mano suelte el sobre abierto y como un saco de patatas deje caer todo su peso al suelo pero hay algo que se interpone en la caída, el brazo torpe se vuelve esperanzador no responden otras ayudas.

Los pensamientos se disipan, el cuerpo se subleva y no hay manera de pararlo. El esfuerzo es en demasía muy pobre, termina sucumbiendo y el cuerpo termina de caer. La cabeza rebota repetidamente contra el suelo, ya no tan frío. La sangre, suave, caliente y pastosa, se desplaza lenta y uniforme sobre las baldosas sin que nadie la moleste, sin que nadie la observe.

El cerebro escanea los daños sufridos e intenta recobrar el control; un dedo, dos dedos, la mano, el brazo.... La oscuridad se aleja, unos puntos luminosos configuran la visión. El brazo derecho intenta arrastrar un peso de ochenta kilos sin conseguirlo. La vista termina la instalación, la cual satisfactoria y total permite situarse. El brazo deja de sentir y no termina el trabajo.

Un agudo dolor de cabeza hace que el corazón se vuelva loco y los pulmones no den abasto, por el contrario la sangre no encuentra obstáculos en su huida.

Las sombras proyectadas en la habitación, van haciéndose más y más grandes, el calor se acentúa creando unas gotas de sudor, las cuales se desplazan lentamente, desde la frente hasta la punta de la nariz pasando por el tabique nasal.

De repente un sonido muy familiar aparece en la atmósfera, cada vez más fuerte, agudo e intermitente. Al brazo no le quedan fuerzas y menos para levantar como mínimo treinta kilos y poder alterar así la monótona posición. Los oídos se ahogan por ese pitido ya insoportable eliminando así sonido otro.

Las sombras se difuminan, la luz pierde luminiscencia y la oscuridad cada vez más espesa.

Los ojos intentan como última acción fijar la vista en la carta caída en el suelo, en la cual puede leer: -“Feliz Cumpleaños papá, te quiere tu hija Ana”-. El sudor helado ocupando los microscópicos poros de la cara. De fondo, el pitido se hace ruido rompiendo la concentración sobre cualquier posible pensamiento. Los labios se resquebrajan indefenso, los pulmones dejan de inflarse y desinflanse, el cerebro se le deja de bombear oxígeno. Ahora la falta de aire hace que el cuerpo reaccione; los ojos se salen de sus órbitas, el brazo arremete fuertemente contra el suelo, la batalla se ha perdido y es la última, no hay remedio.

La noche sembró de oscuridad el comedor, el aire frío acaricia al reciente fiambre estirado en medio de un charco de sangre, mientras, el compañero sonoro se retira a dencansar.....


Comentarios